Todos
pesos
pesados y ningún
nuevo joven que pueda
asomar por allí. Esta nueva
versión barcelonista muestra
una chequera más
activa y una
cantera menos nutrida.
La liga
no es un
buen termómetro, porque hay
equipos que cuando
juegan contra el
Madrid o el
Barcelona lo hacen
para perder. Es un
beneficio, pero también un
maleficio puesto que
el monopolio hace que al
pasar los años
lo único que
le quedará a
la madre patria
es importar y
no producir.
Hoy es
día de clásico
y vemos un
barca de los
ex campeones, con un
par de laterales
que no dan
seguridad. Allí nuestra primera
duda. Acaso en la
Masia no existe
un marcador superior
a un reconvertido
Jeremy Mathieu, que además
cuenta con 31
años a cuestas
y no es una postura
futurista para el
clan azulgrana. Mascherano tiene
30 abriles y
Pique está sobre
los 27. Es decir, estamos
ante una defensa
madura que maneja
el presente, pero no
el mañana.
A Rakitic
lo compraron del
Sevilla, sin embargo, se sabe
que los indiscutibles
son el demacrado
Xavi Hernández, el intermitente
Andrés Iniesta y
el larguirucho Sergio
Busquets. Estamos ante una
situación complicada para
Luis Enrique, ya que
no entendemos cuál
es la misión
del asturiano, ganar títulos
o renovar una
plantilla que se
ve agotada por
las extensas campañas
victoriosas. Víctor Valdez se
marchó con una
lesión encima y
fue extraño adquirir
a dos arqueros
para suplirlo. Claro que
esto no es
culpa de Per
Stegen y Claudio
Bravo, pero queda la
duda de cómo
se está laborando
en las bases
catalanas.
Y que
me dicen de
Luis Suárez, que antes
de pensar en
marcar, debe adaptarse a
un juego donde la rotación
por momentos suele
aburrir demasiado. Mientras que
el uruguayo hace
la diagonal para
romper la última
línea el barca la
amasa de lado
a lado haciendo
del juego horizontal
un placer casi
sexual.
El futuro
incierto aborda con la dureza
que lo caracteriza. Las grandes
generaciones no
aparecen a diario, es
por eso que
de a pocos
los jóvenes deben
de tutearse con
los vencedores. Hay temor, es
cierto, pero preferible hipotecar
un trofeo a
sacrificar el mañana.
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