Tal vez sea mi último día de vida, no lo sé. Tal vez no despierte y eso depende de Dios. El Liverpool no solo ha hecho historia, también nos dio una lección. Han pasado varios días y cuando la emoción empieza a diluirse es momento de hablar lo que todavía acelera nuestros corazones y emociona hasta las lagrimas. El Barcelona cayó en Anfield y eso es un hecho que nunca se olvidará, no tanto por la eliminación sino por la coyuntura que rodeaba a este partido.
Messi, Suárez, Busquets, Ter Stegen, y todavía hay más. Nombres terroríficos que con un tres a cero a favor ponían la situación a un extremo donde la esperanza no tenía cabida. A ello hay que sumarle la ausencia de Mohamed Salah, Firmino, y Keita. La lógica daba como resultado que el Barcelona disputaría la final de la Champions League en el Wanda Metropolitano, pero el fútbol no sabe de lógicas y el espíritu de lucha desconoce resultados adversos. El Liverpool logró lo que nadie creía, porque es difícil pensar que podrías levantar una goleada ante el llamado mejor equipo del planeta. Así es, porque el Barca es considerado el más poderoso, pero cuando la cabeza no está bien la capacidad suele disminuirse al máximo.
Anfield tuvo el ambiente de varias noches europeas, porque hay estadios diferentes y el del Liverpool es uno de ellos. Desde los cánticos hasta el fervor de los hinchas. Desde ese famoso 'esto es Anfield' hasta una ciudad que sabe de figuras legendarias. Ya no sirve contar lo que sucedió porque los goles llegaron en el momento preciso y con la picardía y empuje de un equipo que sintió que era superior a su rival. Ni Messi, ni Suárez, ni esos tres goles de la ida que al parecer no fueron artífices de la clasificación catalana.
Allí estaban Kenny Dalglish, Steven Gerrard, y hasta el prio Bob Paisley. El Liverpool nunca camina solo, y por lo tanto, sus triunfos y caídas tampoco los viven en soledad. La historia continua y si de algo estamos seguros es que para los 'reds' nada es imposible y que para la Copa de Europa hay idilios que nunca terminaran.
Anfield tuvo el ambiente de varias noches europeas, porque hay estadios diferentes y el del Liverpool es uno de ellos. Desde los cánticos hasta el fervor de los hinchas. Desde ese famoso 'esto es Anfield' hasta una ciudad que sabe de figuras legendarias. Ya no sirve contar lo que sucedió porque los goles llegaron en el momento preciso y con la picardía y empuje de un equipo que sintió que era superior a su rival. Ni Messi, ni Suárez, ni esos tres goles de la ida que al parecer no fueron artífices de la clasificación catalana.
Allí estaban Kenny Dalglish, Steven Gerrard, y hasta el prio Bob Paisley. El Liverpool nunca camina solo, y por lo tanto, sus triunfos y caídas tampoco los viven en soledad. La historia continua y si de algo estamos seguros es que para los 'reds' nada es imposible y que para la Copa de Europa hay idilios que nunca terminaran.
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