Hay diferentes tipos de calidad. Algunos se decantan por la elegancia, otros por el frac, y unos pocos por la lealtad a los colores y no dejar de luchar hasta la extenuación. Genaro Gatusso sigue dando pelea. Lo descubrí primero en el Rangers escoces, lo admiré en el Milan, y hoy, después de algunos lustros sigue dando pelea en el Sion de Suiza.
El artista del
trabajo no puede
ser más transparente:
“No tendré la
calidad de Iniesta, Pirlo o
Xavi, pero no me
rindo jamás”.
Barbado, sucio, sin el porte
atlético o sin el
perfil novelero que
hoy caracteriza a
los Ronaldo, Messi y compañía.
Gatusso me evoca
a los Rogelio
Delgado, Hugo de León
o Per Stromberg. Gatusso me
recuerda a una
estirpe de ases
que hacían el
trabajo pesado para
que los estilistas
se luzcan.
El Balón de
Oro, ja ja ja. Balón de Granito
para los guerreros. Para esos anónimos que
no conocen de
podios, ni atriles, que solo
saben morder y
comerse el polvo
que los preciosistas
no desean que
se les incrusten
en los botines. Ni agradecimientos, ni aplausos, ellos siguen
en el piso y
no porque están derrotados, sino que
por el esférico es
necesario ir abajo para algún
día estar arriba.
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