Me he tomado
mi tiempo porque
es mejor hacerlo
cuando se hablará
de alguien que
deja una estela. Ya
olvide la última vez
que lloré con
premura, esperen, ya lo recuerdo, fue
ayer por la
noche saliendo del
trabajo y pensando
en lo que
pudo ser y
no será. Ya parezco
José José.
El Bayern domino
todo el partido y
debió ser el
campeón. Remate de Mehmet
Scholl y el
palo salva al Manchester. Sombrero sobre
Schmeichel y la
diferencia no aumenta. Matthaus deja
el campo, raspón de
Beckham y el
otro 5 copas
tiene que salir
a falta de
pocos minutos. Kuffour y
Kahn parecen infranqueables, y realmente
lo eran. Giggs hace
lo que puede
y Blomqvist fue
un fiasco como
en toda se
etapa en el United.
Descuentos, todos esperan el
pitazo de Pierluigi
Colina. Saque de esquina
y Teddy Sheringham
recibe dentro del
área para ensayar
un semi remate
y poner la igualdad. El
empate era demasiado
premio para los de Ferguson y
el alargue se
daba por descontado.
Ya no había
más que decir. Nos
preparábamos para el
suplementario cuando un
nuevo córner amenaza
la portería germana. Ya
no ha subido
el gran danés pero un
noruego, de esos que
hicieron fortuna en
Inglaterra y que
lograron que el
seleccionado y el
Rosenborg fueran rivales
de cuidado. Ole, por si
acaso no estoy
alabando una acción, así
se llamaba ese
asesino con cara
de niño, Ole Gunnar
Solskjaer. Gol en el último
segundo y campeones
de Europa. Llanto incontenible
de Kuffour y
lágrimas que desfiguraban
mi rostro.
El maestro ha
partido, pero no a
mejor vida. Dejó el
banquillo y muchos
gratos recuerdos. Ya olvide
cuantas veces he
llorado viendo este
partido, aunque nunca olvidaré
ese 26 de
mayo de 1999
cuando al lado
de mi familia
lloré como nunca
lo había hecho. Ah, por si
existe alguna duda, no
soy hincha del
United.
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