No pensé escribir sobre esto alguna vez, pero es cierto. Perú tiene en sus manos su clasificación a un Mundial después de 35 años. No más goleadas en Montevideo o en Barranquilla. Tampoco vale la pena recordar decepciones como la de Santiago o cambios de técnico buscando esa filosofía que nunca tuvimos. Ricardo Gareca hizo lo que tenía que hacer, jugó, ganó, re potenció la moral del equipo, y también le ayudo los puntos que la FIFA otorgó.
Colombia llega a Lima con todas sus armas. En todo el Perú se coordina dónde se verá el partido. Y es que los cafeteros son muy similares a nosotros porque plantean el mismo sistema, pero principalmente, porque buscan el triunfo que les dará el pasaje directo a Rusia 2018. Si la blanquirroja tiene a Pedro Gallese (Veracruz), los colochos tienen a David Ospina (Arsenal). Y si Miguel Trauco (Flamengo) no goza de los minutos deseados en Brasil, Frank Fabra es un indiscutible en Boca Juniors. Davinson Sánchez (Tottenham Hotspur) y Christian Zapata (Milan) custodian a Ospina, mientras que Gallese se resguarda muy bien con Miguel Araujo (Alianza Lima) y Alberto Rodriguez (Universitario). Que curioso, 'el mudo' está por terminar su carrera y Davinson es la joven sensación del balompié colombiano.
Para adelante vamos y los dos conjuntos reúnen a grandes figuras de la contención. Por un lado el rispido Carlos Sánchez (Fiorentina) y por parte de los 'incas' el equilibrado Renato Tapia (Feyenoord). James (Bayern Munich) pone la fantasía y Christian Cueva (Sao Paulo) el regate. Edinson Flores (Aalborg) es el autor de los goles decisivos y Juan Cuadrado (Juventus) es el que mejor asiste a los de arriba. Dos gigantes en la ofensiva. Paolo Guerrero (Flamengo) y su facilidad para ganar las divididas y definir siempre con precisión. Radamel Falcao (Mónaco) vuelve a ser el de antes. Ojala que más tarde no sea aquel artillero de los tiempos en el Atlético de Madrid.
Yo no creía en la selección peruana y no lo niego. No aposte nunca por una clasificación y pensé que a estas alturas escribiría lo que nuevamente se hizo mal. Pero ganamos en Quito y en Asunción y las lagrimas me ganaron, pero mi esposa y mi hija estuvieron para el abrazo del alma. Me es imposible contener el llanto y no es porque me subo al coche del triunfo porque yo nunca creí en la selección peruana, y me alegra haberme equivocado porque soy feliz de poder soñar en esta noche y pensar que mañana seremos mundialistas otra vez.
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