Crecí escuchando sobre la pobreza en el continente africano. Sobre sus carencias, sus enfermedades, y la desolación que imperaba en una parte del mundo donde el calor intenso hacía de las suyas.
Eran finales de los 80 y la generación dorada del fútbol francés había entrado en los cuarteles de la jubilación futbolística. Eliminada del Mundial de Italia 90, solamente los galos podían levantar la cabeza gracias a la performance del Olympique de Marsella. A las florituras de Dragan Stojkovic, al despliegue de Chris Waddle, y a los malabares de un pequeño pero gigante mediapunta llamado Abedí Pelé.
El ghanés Abedí Pelé hizo su presentación en sociedad en 1982 cuando su selección se adjudicó la Copa África. Después tuvo una relevante actuación en el Lille, motivo suficiente para que el Marsella (dueño ya de su pase) lo recuperara para convertirse en la mancuerna ideal del creciente goleador Jean Pierre Papin. Copa de Europa en 1993, 4 ligas francesas, y diversión total en el Múnich 1860, sin olvidarnos por supuesto de su paso por el Torino italiano.
Coincidentemente la Bundesliga también cobijaba a otro delantero comparable a los mejores que el primer mundo haya visto. Anthony Yeboah marcó 68 goles en 123 juegos con la casaquilla del Eintracht Frankfurt. Esos números avalaron su traspaso al Leeds Utd, que en un principio no pensó directamente en él, sino que tras las negativas del checo Thomas Skhuravy, del uruguayo Rubén Sosa, y del escoces Duncan Ferguson, recién se inclinaron por Tony. Era 1995 y el delantero ghanés se instalaba entre los grandes del fútbol europeo.
Lágrimas de tristeza regaban el Nou Camp de Barcelona. El Bayern Múnich acababa de caer en la final de la Champions League frente al Manchester Utd (1999), y Samuel Osei Kuffour no podía contenerse ante tal garrotazo. Cumplió lo solicitado por el Núremberg, requisito obligatorio para que los bávaros lo ficharan. El llanto incontenible que Samuel dejo en España pudo ser sosegado gracias al título conseguido en Milan. Era el año 2001, y por fin el Bayern Múnich volvía a ser el monarca europeo.
El inmenso cielo aún guarda en sus aposentos varios nombres que la memoria sonríe constantemente.
Volveremos con más.
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