Han pasado 15 años desde que Nigeria dio la sorpresa en unas Olimpiadas, y realmente fue sorpresa, ya que primero eliminó a Brasil en semifinales y derrotó a la invicta Argentina en la final.
Se puede decir mucho del impredecible fútbol africano. Que ha sufrido un desequilibrio, es verdad, y en parte tiene esto mucho que ver con la mala conducción dirigencial, que suele cambiar de timón técnico a cada instante.
Nigeria venía con el interesante cartel de haber realizado una aceptable actuación en el Mundial de EE.UU 94. Es más, ya algunos de sus jugadores eran considerados estrellas, como el “Toro” Daniel Amokachi del Brujas de Bélgica, Nwankwo Kanu que recientemente había sido campeón de Europa con el Ajax, Rashidi Yekini del Vitoria Setúbal, Finidi George, extremo del Betis, y como olvidarnos de Augustine Okocha del Fenerbahce de Turquía.
“Las Águilas verdes” tuvieron que superar a Hungría, Japón y Brasil para avanzar a los cuartos de final, en los que México no le puso oposición. Las semifinales se presentaban a priori dificultosas, ya que el Brasil de Rivaldo, Bebeto, y Flavio Conceicao no era algo sencillo de sobrepasar, pero un par de anotaciones de Kanu pusieron la eliminatoria favorable a los nigerianos.
El 4 – 3 – 1 – 2 que planteaba el entrenador holandés Jo Bonfrere era muy bien complementado con el anarquismo que ofrecían Kanu y Amokachi en la delantera, bien resguardados por el habilidoso Augustine Okocha en la función de enganche. Mobi Oparaku (Kapellen-Bélgica), Uche Okechukwu (Fenerbahce), Taribo West (Auxerre) y Celestine Babayaro (Chelsea) conformaban una defensa insegura pero con una tremenda capacidad de improvisación.
Sunday Oliseh (Ajax) haciendo la labor del número 5. Causando estragos por la raya derecha Tijani Babangida (Ajax), y pisando el área rival arrancando desde la izquierda el desafortunado Emmanuel Amunike (Barcelona).
Los héroes de Atlanta 96 han pasado a la historia por darle la primera presea dorada al continente africano, triunfo que refrendaron el 2000 los leones indomables de Camerún. Parece irreal, pero en lugar de ser un principio de algo mayor, fue el punto final de algo menor. Nigeria nunca volvió a ser la misma, ergo, dejo de ser la potencia que tanto asombraba.
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