Con los pergaminos de un grande y con el presente de un recuperado. El glorioso Nacional de Montevideo inició su periplo en la Copa Libertadores imponiéndose al Vasco da Gama, incomodando no solo al conjunto brasileño, sino también de paso a Libertad y Alianza Lima, rivales que debutan en unas horas en terreno guaraní.
La verdad es que Marcelo Gallardo ha venido demostrando una reconocida capacidad para conducir un equipo cuyos mejores tiempos han quedado en el olvido, y que pese a recuperar la hegemonía en el torneo local aún se duda de su capacidad para alzarse con la competición continental.
Fuerte en defensa, con el repatriado Darío Scotti junto al preciso Alexis Rolin en el centro de la zaga y dejando al trotamundos Diego Placente sobre la izquierda. Matías Cabrera y el argentino Israel Damonte (ex Godoy Cruz) en la contención. Tan buen entendimiento han tenido que ayer se pudo ver como se turnaban para desprenderse al ataque y acompañar a sus compañeros.
Una desfachatez el gol desperdiciado por Vicente Sánchez, aunque la actuación del ex jugador del Toluca no puede ser menoscabada por una natural equivocación de un consumado zurdo que por otro lado hizo lo que le dio la gana por el lado izquierdo. Hay que resaltar con letras mayúsculas también el paupérrimo desempeño de la defensa local, casi comparado a lo que el Fluminense hizo el martes frente al Arsenal. Felizmente para el equipo de Rio los de Sarandí no estuvieron finos en la definición.
Alianza llega a Paraguay con la consigna de adjuntar un buen resultado, Libertad está obligado a ganar y lo de Vasco pasa por la recuperación en condición de visitante. Nacional espera tranquilo y con el regocijo de haber hecho muy bien sus labores.
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