El dinero no construye la felicidad pero como la cimienta. Del Arsenal al Real Madrid, del Madrid al París Saint Germain. Después el Liverpool, Manchester City, Fenerbahce, Bolton y Chelsea. Nicolás Anelka se cuajó en los grandes y por enormes cantidades de dinero. El ex internacional francés se ha exiliado en China y es hoy el nuevo entrenador-jugador del Shanghái Shenhua.
Fichado en el mercado invernal, el “Puma” vive en el país milenario sus últimos días como futbolista y los primeros como técnico. Destituidos 3 asistentes, la directiva no tuvo mejor idea que ubicar al delantero galo como principal apoyo para su compatriota Jean Tigana (Primer Míster) y mejorar el quinto puesto que hoy ostenta el Shanghái.
Tigana firmó un contrato por un año con la misión de realizar una metamorfosis en el club y borrar el mal recuerdo de la undécima plaza conseguida en el pasado ejercicio. Anelka tiene buenos y malos recuerdos. Parco y gélido, el atacante supo ser el fichaje más caro del Madrid y el villano que marro el penal que pudo darle la tan deseada Champions League al Chelsea.
Nadie te quita lo bailado, y en el caso del francés, nadie te quita lo cobrado.
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