El exitoso presente se sustenta en el maravilloso pasado. Correoso como él solo, siempre a cara de perro y con las manos estiradas para abrazar el triunfo. Diego Pablo Simeone era de los infatigables mediocampistas que dejaba hasta la última gota de sudor en el campo, esta era su carta de presentación y el principal motivo para que los aficionados lo amen y respeten.
Hoy en Bucarest el “Cholo” tendrá un duelo significativo con Marcelo Bielsa. Dos argentinos que probaron las mieles del éxito y comieron el polvo de la derrota. Dos albicelestes que se creían campeones del mundo y que terminaron eliminados en la primera fase. Pero lo de Simeone atraviesa lo impensado. Aplaudido por los aficionados colchoneros cuando regreso al Calderón como jugador del Inter, el ex jugador del Sevilla supo pasearse por el Sánchez Pizjuan como escudero de Maradona, pergaminos suficientes para aterrizar en el Manzanares, calzarse la roja y blanca y obtener el doblete en 1996.
El “cholo” volvió a su querido Atlético Madrid para sacarlo de un devaneo inconcluso que lo conducía a una caída libre. Venía precedido de una querella con Teo Gutiérrez, y de no poder llevar a Racing a lo más alto del balompié argentino. Todo esto borraba su buen andar en el Catania pero no opacaba ni un poquito su intachable trayectoria.
Simeone y la UEFA renuevan un idilio con historia. Historia que hoy registrará un nuevo pasaje, historia que ya se tutea con el “Cholo” , historia que no le importará un triunfo o una derrota, historia que solamente está reservada para los grandes.
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