La Euro
refloto una carrera
venida a menos. Una
carrera que se
encerraba entre el
Wolfburgo y la
paciencia por el prometedor
delantero croata y
la selección que
veía en él
al sucesor ideal
del gran Davor
Suker.
Ni una
ni otra. Mario Mandzukic
no ha podido
borrar la imagen
que Edin Dzeko
dejó en el
equipo de la
Volkswagen, y ni siquiera
ha rebasado la
figura del correoso
Ivica Olic en
la selección cuadriculada. A pesar
de todo, el
ex jugador del
Dinamo Zagreb ha
sido considerado por
el Bayern Múnich
como el perfecto
complemento de Mario
Gómez, e inconscientemente como
el principal escollo
de un ya
veterano Claudio Pizarro, en
vistas que el
delantero peruano intenta
revalidar viejas hazañas
en el césped
del Allianz Arena.
La pregunta
es si tanto
Gómez como Mandzukic
podrán jugar juntos. El añejo
dilema se plantea, el
área es suficientemente grande
para ambos, o alguno
de ellos va
a tener que
abandonar su habitad
natural y emigrar
a zonas nunca
antes exploradas. De todas
formas, la última temporada
del ex goleador
del Stuttgart ha
cuajado en la
visión de los entendidos que
su efectividad no
está del todo
consumada, y que un
revulsivo era obligatorio, más si
tomamos en cuenta
el poder que
los bávaros ofrecen
por las franjas
con Franck Ribery y el pequeño
gigante Xherdan Shaquiri,
veloz y
desequilibrante extremo suizo
que empieza a
marcar la partida
del antipático Arjen
Robben.
Obeliscos que
anotan y amedrentan. Centrodelanteros a
la vieja usanza
o goleadores que
no se despeinan. El Bayern
desaprovechó una gran
oportunidad. Hubo llanto y
desconsuelo, hubo pena y
frustración. La cuenta está
saldada, podéis dormir tranquilo
simpático Leeds United.
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