Hay penales
fallados, los he visto a
miles. Pero que tiene
de especial el
caso de Claudio
Pizarro. Esto va más
allá de un
simple partido de
fútbol. Hay un trasfondo
que devela un
sentido envidioso por
la figura de
un ganador, de un
tipo que lo
tiene todo y
cuya apatía lo
hace blanco de
los medios y
por ende un “caserito” de
las frustraciones cotidianas
que experimentamos.
Una semana entera
hablando de lo
mismo. Que si Pizarro
debe volver a
cobrar un penal, que
si Markarián debe
seguir convocando al
delantero del Bayern
Munich, que sí hay
un sincero compromiso
por parte de
un atacante cuyo andar
en el viejo continente difiere
bastante de sus
actuaciones con la
nacional.
De aspecto presuntuoso, no lo
puedo aseverar porque
no lo conozco. Triunfador por donde
se lo miré, pero
el principal saco
de arena cuando
de criticar a la selección
se trata. Vargas es un ídolo, no
importa su historia
con Tilsa Lozano, todo
lo contrario esto
lo convierte en
una figura varonil
envidiable. Jefferson Farfán hace
goles y no
importa el derroche
de dinero y
sus problemas personales
que ha tenido. Es decir, a
una sociedad torcida, machista y
con equivocados valores, hay
cosas que se
perdonan por las
actuaciones dentro del rectángulo
verde
y esto no
es una exclusividad
de nuestro país sino
que lo diga
Diego Armando Maradona.
No soy defensor
de nadie, soy un crítico de
la sociedad. Soy un fanático del
fútbol pero no
me nublo por
ello. Soy un convencido
que no vamos
a clasificar pero
eso no quiere
decir que no
siga a la
selección. Y por último,
puedo molestarme o
frustrarme pero eso
no quiere decir
que debo desquitarme
con alguien y
descargar toda mi
amargura en el
primero con el
que me encuentre. Quien lo
iba a decir, todo
esto por un
penal errado.
0 comentarios :
Publicar un comentario