No sé cómo
empezar, hay veces que
es mejor así. Para alguien
de fines de
los 70 es
curioso hablar de
algo cuando lo
único que hacía
era esperar el biberón
y
dejar que su
madre haga lo que
esta creía conveniente. Fiebre de
sábado por la
noche, golpe de estado
del general Juan
Velasco Alvarado y
Balón de Oro
1977 para Alan
Simonssen. Qué quién es
este último, pues averigüémoslo
juntos.
Insípida
memoria la mía – tiene que
serlo – al final un lejano
1972 no cuenta
en la enraizada
vida que he
llevado. Vejle es una
ciudad danesa que
lo vio nacer, por supuesto que hablo
de Simonssen. ¿Pero quién
es Simonssen? Creo que
estoy exacerbando la
curiosidad de mi
comparsa de turno. Catapultado por
el equipo de
su ciudad natal, la
“pulga” como se
le conocía – realmente no
somos muy originales – tuvo a
bien trasladarse al
Borussia Mönchengladbach y
empezar a cumplir con
el destino que
lo colocaba como
el mejor jugador
danés de todos
los tiempos.
No sé cómo seguir
esta narrativa. Tenía un
solo año y
el diminuto puntero
se enfundaba la
gloriosa camiseta del
Barcelona. Con 3 Bundesligas, 1 Copa
y 2 Copas
UEFAS bajo el
brazo, Simonssen llegaba a
reemplazar a la
colonia holandesa que
tantos éxitos le
habían dado al
clan azulgrana. Copa y
Recopa con los
hispanos, para después comerse
la aparición de
Maradona quien lo obligo a
dejar la madre
patria.
Sabido es que
alargarme seria caer
en el tedio, aparte
de ello creo
que la compañía de
turno está conforme, sin
embargo, pienso que debemos
hurgar en anécdotas que
encierran la vida
de este formidable
dribleador, capaz de hacer
de las suyas
y capaz de
ocupar un lugar
preponderante en el baúl
de
los recuerdos. No se
cómo terminar esta
historia y prefiero
dejarlo así.
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