“El Batipibe”,
decía un
chillón y original
narrador. Los años establecen
en muchos casos, en
otros laceran. La virtud
del grande no
solo influye en
la confianza sino
también alimenta el
ego.
En épocas del
internet en casa
una alfombra voladora
es inadmisible, no por lo
fantasiosa sino por
lo incomprensible. Por los
aires, con el pique
en corto, con el
cabello engominado y
con el gesto disconforme. La pose
para la cámara
televisiva, la mirada fija
y el certero
golpe. Un buen cristiano
no le cae
mal a un
mítico Ronaldo.
Magnifico cojín
la Premier y genial
reto la liga. Hay quienes
coinciden con los
denominados dioses y
hay otros que
no llegan a
ser deidades.
Liga, Copa y Supercopa. CR7, diminutivo publicitario, se prepara
para la conquista
europea. ¿Conquista? Hay quienes
son buenos pero
no llegan a
ser grandes. No lo
digo por lo
sucedido en Dortmund
sino con objetividad
o mejor dicho, mi
objetividad.
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