Nombre raro y anónimo.
No es
un anime ni
tampoco un personaje
de los ya
olvidados Supercampeones. No es
un seguidor de
Pyongyang o el
nombre de su
maldita arma nuclear. Hiroshi Kiyotake
es un futbolista, como diría
Wikipedia, y una de las
grandes revelaciones de
la repotenciada Bundesliga.
Ojos rasgados y rostro alargado. Perfil del típico
atleta
asiático. Ágil, veloz y vertical. Y
juega en el
Nuremberg, y es japonés, y
es mediocampista, y jugó en
el Cerezo Osaka, y
es internacional, y se
esconde sobre las
bandas, y se mueve
hacia el centro, y
finalmente, asiste.
Es parte de
la nueva generación
nipona. No da saltos
como los hermanos
Korioto, se escribirá así, ni
tiene tiros inverosímiles como
los de Steve. Kiyotake es
rápido y juega
a un toque. En Alemania
lo ubican entre
los destacados y en la selección
es un fijo
en las convocatorias.
La bomba Kiyotake
es de carne
y hueso. No es
una creación imaginativa ni
tampoco una exageración
periodística. Viene del sol
naciente pero está
en crecimiento. Es jugador del
Nuremberg y todo
indica que pronto dejará de
serlo.
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