El toque es
bueno pero el
resultado es mejor. Colombia es
la gran atracción
de las eliminatorias. Su reputación
no ha sido mellada
pese a caer en
Venezuela, tampoco le ensombrece
el buen andar
argentino. Los cafeteros saben
de su potencial
y pueden presumir
de algo que
les falta a los
demás, laterales de nivel.
Zapata, Yepes, Perea, James o
Falcao. Son tantos y muy buenos. Todos los
puestos bien cubiertos
y cuando hay
que abrir el
campo y volar
por las bandas
allí se presentan
los napolitanos Camilo
Zúñiga y Pablo
Armero.
El buen Camilo
es un producto
del Atlético Nacional
y un descubrimiento del
Siena. Claro está que
pasó por algunos
problemas debido al
incumplimiento de pago
por parte del
conjunto toscano, pero después
pudo jugar y
despertar el interés del
Napoli que lo
incorporó en el
2009.
Armero ha evolucionado de una manera más compleja. No dio el salto intempestivo a Europa, pero sorprendió cuando el Palmeiras lo adquirió procedente del América de Cali. Qué raro, se dice que los mejores laterales salen del balompié brasileño. Dos años en el verdao para que el Udinese se haga con su ficha. Llego el 2013 y el Napoli nuevamente se hizo con un jugador colocho que ya había demostrado su sapiencia con creces.
Aeroplanos que
garantizan un vuelo constante. Jets que
bombardean por los
andariveles. Camilo y Pablo, Zúñiga
y Armero. Atentos todos, aires
de buen café
aromatizan el Calcio
y nutren la
esperanza norteña. Buen provecho
señor Pekerman.
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