Ciclos, eras
o épocas. Sinónimo tras
sinónimo, pero solamente eso. Buenos
equipos los han
habido siempre, pero nuestro
tiempo, tan globalizado como es, se
niega a sepultar
al Dios Messi
y a sus
discípulos catalanes. Ya basta
de tanta demagogia
y tanto lloriqueo
de enviudadas.
“Veo injusto que
se hable de
cambio de ciclo. Este
equipo, en los últimos
5 años, ha conseguido
dos Champions, tres semifinales, estamos a
punto de ganar
la cuarta liga
en cinco años, que
sumando Supercopas y
todo lo demás…. Bendito ciclo”.
Andrés Iniesta.
Vivir de los
éxitos es regocijarse
por un buen
trabajo. Existe un gran mérito de
los azulgranas, de eso no queda
duda, aunque también hay
algunos vacíos inolvidables
que no se
pueden soslayar. Tom Henning
Ovrebo, una liga que
viene a menos,
y unas ayudaditas
de la UEFA
para que junto
al Madrid lleguen
a esa final
soñada. Tantos elogios desmedidos
únicamente han conseguido
que los dirigidos
por Tito Villanova
caigan en el
aburguesamiento y en esa
confianza de que
los triunfos nunca
los abandonarían.
El Bayern dio
una lección de
fútbol, porque eso también
es jugar fútbol. Sin mucho
toque, con una verticalidad
total, y con un
desgaste físico que
es preponderante en
la actualidad. El
Barcelona es el rey
con la pierna
de pavo en
la mano, mientras el Bayern
es
el hambriento con
ansias de progresar. Esa ha
sido la diferencia
en esta llave.
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