Un clásico
es un clásico. Ya me parezco a un poco
intelectual ex jugador peruano. Mourinho esperaba
por Simeone, quizá pensando
en una compañía
al borde
del campo. Falcao en
lo suyo, es decir, maravilloso. Y un
cabezazo de Miranda
para sentenciar no
solo una final
sino también el
fin de la era
Mou.
Los resentimientos
van más allá
de la razón. Pepé
debería haber jugado, pero
no, hubo que ubicar
a Essien sobre
la derecha. Un partido
de liga no
es lo mismo
que una final
de Copa. Cristiano abrió la
cuenta y pudo
ser el héroe de
la noche, pero no, la
base del poste
derecho le negó esa
posibilidad. Uno por la décima y el otro
por la decimonovena, Miranda por
los aires y
Courtais en los
cielos. Gol colchonero, gol rojiblanco. Al diablo las estrellas
que hoy es el triunfo
de los chicos.
El rey
en la grada
y el himno
español en los parlantes. Mirada hacia
arriba de Sergio
Ramos, subida constante de
Filipe Luis (sabía
que Scolari lo
observaba desde las graderías),
y Diego
Costa con esas
diagonales tan pero tan
peligrosas. Paolo Futre se
emocionaba no importándole los micrófonos,
y Arda
Turam, con esa facha
de talibán, matándose por
la izquierda.
El cholo, solamente el
cholo. Luchando como lo
hizo toda su
vida, desde Velez hasta
el Inter, pasando por
el Calderón y
siendo uno de
los artífices del
ya olvidado doblete
de 1996. Neptuno está
de fiesta, pero mejor
aún, el Atlético volvió
a liarse la
Copa y al
final eso es
lo que importa.
Salud Campeón.
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