Hay fichajes
que causan revuelo
y están llenos de interés
e
hipocrecia. También hay contrataciones
más noveleras que
futboleras. No abordaré, por ahora, ninguno de
estos casos. Mi deseo
es hablar de
los anónimos, de aquellos
por los que se paga
bien pero cuya
resonancia no es la
más sonora. Fernandinho ha
firmado por el
Manchester City, pero hay
más de uno
que me ha
preguntado qué quién
es este señor.
No ha estado
en Japón como
fue el caso
de Hulk. Es más
de esos brasileños
que aterrizaron en
Europa buscando un porvenir y
esperando que por allí
una buena Champions
League le permitieran
llamar la atención de
algún magnate futbolero.
Es difícil
creer que este
desconocido volante imaginativo
cueste más que
un Ronaldo o un Alan Shearer,
eso demuestra que los tiempos
han cambiado y que las
cifras pasadas son
eso, parte de un pretérito
inverosímil. Cuarenta millones
de Euros son
los que el City
ha desembolsado por
este centrocampista que
construyo su carrera
en el Shakhtar Donest, y
que hoy, cuando se
hace pública su
compra relata el
discurso diplomático de
siempre.
“Es un reto
y una oportunidad
que llevo esperando
mucho tiempo. Hay un
equipo fuerte y
mi deseo es
ganar todos los
títulos posibles. Sé que
tendré presión, pero estoy preparado para
ello”.
Títulos y
más títulos. El City
sabe que la
situación de Yaya
Toure es delicada. Que a
Javi García la adaptación le
ha costado muchísimo, y
que David Silva, pese a
su relajación, sigue siendo
la pieza angular
donde se debe
basar los éxitos
del equipo. Todo es
conocido, pero lo
de Fernandinho es
una moneda al
aire. Condiciones las tiene, pero
esta adquisición será suficiente para maquillar
la discreta campaña
fenecida. El tiempo que
todo lo sabe
y borra tiene
la última palabra.
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