Hasta que un
día apareció. Por un
momento creí que
su retiro había
sido inminente, pero luego
pensé que con
tan solo 26 años
era extraño que
dejará la actividad
futbolística. Me alegra haberme
equivocado y saber
que Gelson Fernandes
ha vuelto a los
primeros planos y
que defenderá a
un Friburgo cuya
lucha en la
Bundesliga es titánica.
Su aspecto nada
tiene que ver
con un Suizo, aunque
esa tonalidad oscura
bien podría asemejarse
al buen chocolate
del país relojero. No
tiene la fama
de un Roger
Federer o en
menor grado de
un David Alaba. No
es un indiscutible, pero tampoco
es un lisiado. Fue
parte del millonario
Manchester City, antes de
que este destilara
dinero por los
poros, paso también por
el San Ettiene
y por el
mendicante Sporting de
Lisboa. Hizo su bachillerato
en el Udinese
y estuvo últimamente
en el Sion, su
hogar de antaño y
el club que
le dio la
posibilidad de renacer
en lo que
tanto le agrada.
Laborioso y filantrópico. Se desgasta
sin restricciones, aunque de
vez en cuando
se escapa del
libreto para anotar
algún golcito que
intente con desgano
equilibrar sus números. No es
un virtuoso pero
su alma batalladora
le permite disputarle
un puesto en
la nacional a
Goktan Inler.
El Friburgo ha
anunciado su llegada, nada
más que eso, ni
un detalle, ni una
pista del proceso
del fichaje. Eso ya
que importa, no mella
en nada el
gusto de saberlo
nuevamente en la
elite, no en un
grande, pero si en
un conjunto que está hecho a
su medida, porque si de lucha
se trata el
Friburgo y Gelson
coinciden en esta predilección.
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