Era un
secreto a voces
pero que debía
esperar su momento
para darse a
conocer. Que mejor despedirse
logrando lo que
muy pocos consiguen. Liga, Champions y
Copa. Anatoliy Tymoshchuk se
marcha del Bayern
con la gloria
en las manos
y vuelve adonde
su éxito se
comenzó a gestar.
En Latinoamérica
sería considerado un
auténtico turista. Melena dorada
como las cúpulas
de su añorado San Petersburgo. Mirada
semejante a la de un
perezoso. En algún momento
pensé que era
un pariente del
retirado Trifon Ivanov. Tymoshchuk hizo
lo suyo en el Zenit. Fue
pieza vital del
mediocampo, ganó una UEFA
Europa League, y también
se convirtió en uno de
los baluartes que
llevaron a Ucrania
a su primera
Copa del Mundo.
Nada le
faltaba, es más, gozaba de una bonanza
que no lo
presionaba para abandonar
la antigua Leningrado. Lo tenía
todo, pero para un
ganador el cielo
es el límite
y el cielo
estaba en Múnich. Caídas, frustraciones, y finalmente, la retribución
a un trabajo
que merecía conseguir
lo que consiguió.
“Después de
una temporada triunfal
ya puedo decir
donde continuaré mi
carrera. A pesar de
distintas ofertas de
varios países, he decidido
ligar mi futuro
al club que me dio
tantas alegrías en
el pasado”.
Decidió bien. El
Zenit es su
hogar y en
Múnich nunca lo
olvidarán. Lo hizo bien
y optó por
lo mejor. Ya consumado
el pasado y
celebrando su presente, Anatoliy aguarda
su futuro a
sabiendas que ya no
hay nada que
demostrar, y por ende, nada
que envidiar.
0 comentarios :
Publicar un comentario