La ciudad de Rosario
es
conocida como La cuna de la Bandera argentina,
nada más
cerca de la
verdad. La zona donde goleó Scocco y donde creció el
Dios Messi. Gerardo Martino
no es el
todopoderoso, tampoco fue un
goleador de estirpe. Fue un
creador leproso que nunca
pudo ganar la
Libertadores, y un técnico
que jugó un
Mundial y que
ahora se hace
del banquillo del
F.C Barcelona.
“El Barcelona no es un
lugar fácil de
acceder. Es un lugar
de mucho privilegio. Aunque uno
sea sumamente ambicioso
no siempre logra
una hazaña como
la de dirigir
al Barca”.
Hay una canción
que clama un
debut y despedida. No hay
mufa contra Martino, pero
tantas caídas en
la Copa no hacen
más que presagiar
un maleficio que
existe sobre el “Tata”.
Nada está dicho, y
lógicamente que las declaraciones de
los argentinos del
equipo son de
total apoyo, pero el desconocer la idiosincrasia del
viejo continente puede
ir en detrimento
del estratega rosarino.
El Barca
atraviesa la resaca
o el bajón
que todo gran
equipo experimenta. Dicen que
Martino tiene que
adaptarse al club
y no que el equipo
tiene que aprender
la filosofía del
Gerardo. El Barcelona tiene
un estilo definido, estético y
ejemplar, pero conocido y con antídoto.
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