Hablar de Simeone
hizo que las
imágenes volvieran a
mi mente, es decir, el
subconsciente empieza a
reinar en mi
realidad. Era la ya
obsoleta década del
90, cuando la liga
era todavía competitiva
y los fichajes
eran más terrenales
que los de
hoy. Cuando el Barca
se escapaba de
la sombra de
Cruyff y el Madrid no
atinaba fichando jugadores.
La temporada 96 – 97
en España transcurría
con los detalles
de siempre, el Madrid
trataba de rehacerse
tras la culminación
de la etapa
Valdano, mientras el Barcelona
realizaba fichajes tan
incoherentes que termino
con Prosinecki y
Korneev como sustitutos
de los inolvidables
Stoichkov y Romario. Eso
sí, había favoritos, pero no
el monopolio que
hoy destruye la
vistosidad de la
liga.
El colchonero se
organizó mejor que
nadie, sin fichajes de
renombre, pero con una
base que deslumbraba
por un juego
de conjunto y no
por las individualidades. Radomir Antic era el
manager, que importante suena. Y
lo era, con su
defensa en línea
y su volante en
rombo. Estaba de moda
en ese tiempo. Milinko Pantic
y sus ejemplares
tiros libres. Lubo Penev
y su potencia taurina. Kiko
y su técnica. Y
finalmente, ese cholo argentino
que guerreaba y
que llegaba.
Doblete que aún
se recuerda y
héroes que todavía
se rememoran. Nada mejor
que volver a
vivir, porque las hazañas
no solo se
celebran un día
sino que deben
vitorearse por siempre.
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