sábado, 8 de febrero de 2014

El principado piensa en poco gastando mucho



Esperaba  algo  más, sin  embargo, se  tuvo  que  echar  mano  de  lo  que  había  quedado  tras  las  compras  invernales. Apeado  Falcao, el  Mónaco  buscó  inmediatamente  sustituirlo por  lo  que  resta  de  la  temporada. Había  que  adquirir, y  hacerlo  rápido. Berbatov  atraviesa  el  ocaso, pero  de  lo  poco que  quedaba  era  lo  más  factible, aunque  quizá  no  lo  más  deseado.

Atrás  quedaron  sus  magníficas  épocas  en  el  Tottenham, sus  chispazos  en  el  Manchester  y  sus  fracasos  en  la  nacional. Parsimoniosamente, como  suele  ser  su  costumbre, arribó  al principado  con  el  ego  bastante  elevado, pero  con  la  consigna  de  quitarse  el  peso  de  la  responsabilidad  de  reemplazar  a  quien  todos  apoyan.

"Yo no he venido a ocupar el puesto de nadie. Es un gran desafío ocupar el puesto de Falcao, pero mi objetivo principal es formar parte de este grupo".

La  tiene  clara  el  internacional  búlgaro.

Para  qué  complicarse  la  vida. Berbatov  no  es  revolucionario, no  le  pidan  que  dejé  la  filigrana  por  el  combate. Él  ha  venido  a  tocar  el  esférico  y  darle  elegancia  a  una  ofensiva  que  se  ha  zafado  del  tigre  y  que  ha  empezado  a  sonar  al  ritmo  de  un  violinista.

"Físicamente no puede ser igual, pero el fútbol se juega con la cabeza. En los próximos partidos podremos ver mi nivel".


La  ardilla  no  viene  a  ser  la  estrella, sabe  que  los  tiempos  no  le  benefician  y  que  en  5  meses  tiene  la  oportunidad  de  hacer  algo  importante  por  él  y  no  tanto  por  el  Mónaco. Dimitar  Berbatov  nunca  fue  el  sucesor  de  Stoichkov, es  de  esos  artistas  incomprendidos  que  colman  la  paciencia, pero  que  igualmente  quedan  en  la  conciencia.

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