miércoles, 12 de febrero de 2014

No solo de pan vive el hombre



El  maldito  dinero  y  la  ambición  por  poseerlo. Un  disparo  en  la  cabeza, 23  días  en  cuidados  intensivos, miles  de  dólares  en  su  cuenta, y  una  dama  que  más  se  veía  viuda  y  no  esposa. Salvador  Cabañas  juega  sus  últimos  años  en  el  12  de  Octubre  y  paralelamente  vende  pan  para  sostenerse.

La  panadería  de  su  padre  es  su  cobijo hoy  en  día. Ya  no  hay  nada  de  esa  mansión  en  la  capital  paraguaya, la  cual  habita  su  ex  esposa  y  sus  hijos. Ya  no  existen  esos  departamentos  en  Cancún  y  Acapulco, ahora  solo  se  sabe  que  se  tiene  que  salir  a  las  4  de  la  mañana  a  repartir  el  pan  en  una  camioneta.

"Cuando sucedió aquello (el disparo) yo había firmado un pre-contrato por 1.700.000 de dólares para una transferencia a Europa. Me dijeron que mi destino sería el Manchester United. El América me retuvo. Me dio un departamento en Acapulco y otro en Cancún. Me dobló mi salario..."

Atrás  quedaron  los  goles  con  la  albirroja  y  sus  coqueteos  con  la  hinchada  brasileña. Ya no  existe  más  el  “gordinho”  ni  ese  chava  Cabañas  que  rompía  las  redes  del  azteca. Ya no  hay  más  de  esas  definiciones  infalibles, ni  esa  cola  de  caballo  que  lo  distinguía  por  encima  de  otros  delanteros.

“Bueno, aquí  estoy, tratando  de  recuperarme. Tengo  mucha  fe  a  pesar  que  lo  perdí  todo”.


La  fe  mueve  montañas, pero  nunca  el  corazón  de  una  mujer. Quizá  es  una  prueba  o  a  lo  mejor  un  altibajo  que  concluirá  con  un  despegue  interminable. No  soy  religioso, ergo,  esperar  sería  complicado. Cabañas  cambió  su  fortuna  por  la  vida. Una  vida  donde  curiosamente  su  esposa  es  su  verdugo  y  la  que  cuida  de  sus  hijos. Como  para  no  dudar  en  decir  que  ella  me  lo  arrebató  todo.

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