Ya
me había olvidado de él y cuando se anunció su fichaje por el Olympique de
Marsella más parecía un retorno por su nombre y no por su actualidad
futbolística. Me he equivocado y Didier Deschamps me tapa la boca convocó a
Lass Diarra para los amistosos que los Blues disputaron contra Armenia y
Dinamarca. Más sabe el diablo por viejo que por diablo.
Volante
de contención o a veces lateral derecho. Mourinho lo volvió versátil y después
siguió ganando títulos pese a no ser nunca considerado como una mega estrella.
Chelsea, Arsenal y Portsmouth. Copas inglesas y después la liga española. Así
es, llegó su momento en el Real Madrid y no desentono, aunque tampoco podemos
decir que triunfo de forma rutilante. A falta de minutos en la casa blanca
decidió aceptar la propuesta del Anzhi, pero problemas económicos de su
propietario Suleyman Kerimov hicieron que Lass acabara jugando en el Lokomotiv
Moscú.
Olvidado
y ya sin posibilidades de jugar al máximo nivel, el Marsella se fija en él y
decide rescatarlo de la Premier League rusa, repatriándolo y dándole la
posibilidad de gozar de la continuidad que le había sido negada. Ha cuajado
rápido en el cuadro dirigido por Michel y tan buena actuación ha tenido que
Deschamps no ha dudado en convocarlo a la nacional a la que vuelve después de 5
años. Es decir, con 30 años a cuestas prácticamente sus días como internacional
habían culminado con Raymond Domenech en el banquillo.
Los
años han pasado como si nada y las esperanzas a veces mueren de acuerdo a las
circunstancias. Lass Diarra ha vuelto a la selección francesa y esta nueva
oportunidad es algo que se lo ganó a pulso. Siempre luchando y siempre tratando
de darse al máximo. El polivalente centrocampista francés regresa por el
segundo asalto y quién sabe, tal vez la Eurocopa sea el mejor escenario para
decir adiós de forma definitiva.
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