Así
somos me decía un ex profesor de universidad, y si pues es cierto somos así. En
el Perú el desorden se expresa por todos lados. Es una tierra turística e
impactante, sin embargo, nuestro crecimiento económico no ha ido a la par con
la evolución cultural. El fútbol peruano es sin lugar a dudas un reflejo de su
sociedad y personalmente diré que esto es lamentable.
Perú
consiguió sus primeros tres puntos frente al combinado paraguayo, es como si ganarles
a los guaraníes es algo rutinario cuando se juega en Lima. Hay puntos
resaltantes, como que Renato Tapia (Twente) ha demostrado que su crecimiento en
el fútbol holandés ha sido tan bueno que ha corroborado que Aníbal Ruiz y
Sergio Markarián no se equivocaron con él. Igualmente, que Jefferson Farfán (Al
Jazzira) pese a sus líos de faldas y sus mencionadas fiestas sigue siendo
determinante para un equipo que no puede presumir que tenga un gran universo
futbolístico. Es más, para nadie es un secreto que en otros seleccionados la
presencia de Claudio Pizarro (Werder Bremen) estaría muy cuestionada por su
presente balompédico.
Las
noticias esbozan la vida personal del goleador del equipo y demuelen el mal
carácter expresado por Paolo Guerrero (Flamengo) en la liga brasileña. En el
arco Gallese ha sido desplazado por Diego Penny (Sporting Cristal), mientras
que en la defensa se sigue confiando en los “alemanes” Carlos Zambrano
(Eintracht Frankfurt) y Carlos Ascues (Wolfburgo). El triunfo realmente te pone
una venda en los ojos o en su defecto te hace desvariar y crees que todo es
posible. Ahora viene Brasil y a nadie en mi país se le ocurre pensar en una
derrota, ni siquiera a los eruditos de este deporte que todo lo saben y todo lo
ven. Primero está el negocio y no se puede decir la verdad sino el pueblo ya no
muestra interés. Hoy es tiempo de portadas ganadoras y de totogolazos. De bailes
interminables y de suegros que piden y piden porque su hija les da ese derecho.
Mi patria es muy singular y el fútbol no está ajeno a ello. Los sábados hay que
gozar con un programa insulso o salir a emborracharse en una discoteca tan
peligrosa como ruidosa. La gente pelea y no sabe porque lo hace, y en el fútbol
se pretende llegar a un Mundial cuando aún no definimos nuestro estilo de
juego. Antes decían que teníamos el toque brasilero, después pasamos al estilo
yugoslavo, pero volvimos al romanticismo con la escuela colombiana. Más
adelante apostamos por un cholo terco y últimamente nos decantamos por un mago
rioplatense. Y llegamos al punto donde el dinero no abunda y tuvimos que
aceptar que nos dirija un viejo conocido que alguna vez nos anotó en una
eliminatoria.
El
fútbol es el reflejo de una sociedad, así lo escuche alguna vez. He demorado
más de una hora en llegar a mi destino y el tráfico es tan desordenado que da
miedo salir a la ciudad. Políticamente estamos desbarrancados y futbolísticamente
confundimos la ilusión con una realidad. Para terminar debo mencionar que he
leído un cartel que dice: “No llevamos cultura, fortalecemos la cultura de tu
barrio”. Es una lástima, no se han dado cuenta que somos ignorantes. A jugar se
ha dicho.
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