jueves, 14 de septiembre de 2017

En el Barcelona no hay que cambiar nada, solo hay que continuar lo que está hecho



El Camp Nou lucía como siempre, como si para ellos la gala fuera cosa de todos los días. Es como si verdaderamente ellos pertenecieran a otra élite. Su rey venía vapuleado, como si hacer algo por el reino albiceleste fuera tan sencillo. Y las goleadas en la liga son puntos fijos para los que gustan apostar cada fin de semana esperando hacerse ricos viendo fútbol desde la comodidad de un añejo y hundido sofá.

Hoy más que nunca recuerdo la democracia corinthiana y a un Socrates luchando por la libertad de Brasil. Pero no estoy aquí para hablar de política sino de un juego que parece juego, sin embargo, es mucho más que eso. Ya me parezco a Bill Shankly. Para qué cambiar si todo va bien. Esto es seguramente lo que pensará Ernesto Valverde después de ver como su Barcelona derrotó a la Juventus. Los experimentos terminaron ante el Madrid en la Supercopa y se tenía que volver al libreto aprendido de Guardiola.

Toque, paciencia, descarga y pared para definir con elegancia. Busquets sigue siendo o aparentando ser la salida. Su trabajo es limpiarle el radio de acción a Iniesta para que este manifieste su criterio. Semedo es la mancuerna de Dembélé, este último es como si todavía está reconociendo el campo y pretende, con una zigzagueante jugada, tratar de hacerse notar. Por la izquierda la orfandad de Jordi Alba se ve trastocada algunas veces por la presencia de Luis Suárez, puesto que Messi tiene que figurar por el centro para definir una pared. El campeón italiano fue a la inversa. Si no tengo a Chiellini, ni a Bonucci, solo queda formar una línea de cuatro y esperar que el marroquí Benatia se entienda con Barzagli. Matuidi se cansó de perseguir el balón y Pjanic hacia lo que podía para detener los encares catalanes.


Dybala le sigue dando material a los periodistas argentinos. Creo que estaba promocionando una marca de gel para cabello. Buffon salvaba lo que podía y a la vez daba la impresión de haber pasado una mala noche. Un té de tías entre Higuaín con Messi, de qué hablarían. Mientras que Rakitic sigue siendo ese soldadito de plomo que hace de todo y todo lo hace bien.


Una bandera de SOS Democracia y volver a la misma cantaleta de siempre. Esto no es como en Sao Paulo y no es que el Barca sea el Corinthians, ni que Messi sea Socrates, ya quisieran los argentinos, son otros tiempos y otra realidad. Ciñamonos a lo que vimos y fueron banderas flameando y a un equipo al que no se ha olvidado jugar, pero que tampoco no ha dejado de envejecer.

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