Comentar sobre algo que causa tanta controversia no es recomendable sobre todo porque no siempre lo que digas será bien recibido por todos. Se dice que Lionel Messi se va del Barcelona, así de clara y textual fue la novedad que se vocifera desde el día de ayer. Si lo vemos desde un punto de vista objetivo y sin apasionamientos podemos mencionar que los jugadores van y vienen, que el cambiar de aires es algo normal y que el envejecer también es parte del fútbol y de la vida. Antes, y creo que hasta ahora, decían que las personas pasan y las instituciones quedan, entonces, si tomamos en cuenta esta premisa podemos asegurar que el Barcelona va a seguir siendo el Barcelona así se vaya o se quede Messi. Pero el meollo del asunto sería ahora, qué hacemos con los que crean telenovelas y que hacen de una noticia deportiva un paso hacia el fin del mundo.
Tanto se habla en estos momentos, que si Messi es un mal agradecido o el Barca lo es. Ni uno ni otro. Lio se formó futbolísticamente en el equipo azulgrana, ganó lo que pudo, y ahora, cuando ve que su futuro huele a suplencia es mejor partir a buscar nuevos acompañantes que sirvan de muletas para pasar los últimos años al más alto nivel. El cuadro blaugrana necesita renovar una plantilla, pero no va a poder hacerlo cuando todavía existen intocables en el plantel. Ronald Koeman ha llegado para comandar el proceso penoso de transición, algo que no quisieron hacer Valverde ni Setien.
Messi dio muchas tardes gloriosas al Barcelona y eso nadie lo va a cambiar. Que si todo tiene un final de eso no hay duda, entonces, porqué rasgarnos las vestiduras ante la partida del crack argentino. Ni el jugador debe sentirse rechazado, ni el club debe intentar retenerlo contra su voluntad. A estas alturas y tal como está la situación es mejor para Lio y el Barca alejarse por mutuo acuerdo. A la larga será peronel bien de ambos.
Se dice que Guardiola y el Manchester City lo esperan. Que miedo para los Citizens ya que el problema de tener a Messi sería ahora de los ingleses, que no tendrían opción de hacerle un contrato por solo dos temporadas. Todo sería diferente si habláramos de un jugador de 28 años, en plenitud, y que todavía conservaría esa capacidad desequilibrante. Al mal paso darle prisa y si lo vemos fríamente es mejor dejar partir a una vieja estrella en el momento oportuno que preparar una jubilación anticipada con todos los honores y gastos que esto conlleva.
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