jueves, 29 de enero de 2015

El águila ha caído



La muerte nos sorprende o nos rescata. Bueno, no quiero llenarlos de verborragia, por ahora prefiero enfocarme en la repentina partida de Wilfred Agbonavbare, aquel miembro del famoso equipo nigeriano de 1994 y cuya participación en el torneo español nunca pasó desapercibida.

No diré que fue una gran persona porque no me consta. De temas desconocidos deseo no hablar. Arquero de fama incipiente que jugó en el Rayo Vallecano y que se dio a conocer cuando la selección nigeriano alcanzó la fase final del mundial 94. “Destaca por su agilidad y por poseer unos reflejos sobresalientes”, así resumía la revista Don Balón las cualidades del que en ese momento era el arquero del Rayo Vallecano. Imponente físicamente hablando, este guardameta nada podía hacer para abrirse campo entre las emergentes estrellas nigerianas que llegaban a tierras americanas con un mejor cartel. Y sin duda que ser reserva de Peter Rufai era algo que solo el técnico de ese momento entendía.


Repartidor y maletero. Viudo y con 3 hijos encima. La vida no fue fácil para uno de los campeones de la Copa África, cuyo transitar por los campos madrileños no le generaron un futuro prometedor. Dado a conocer su grave estado de salud por sus amigos, tuvo la posibilidad de gozar de un breve homenaje aquella noche de abril del 2011 en la campaña contra el racismo organizado por los bukaneros. Pienso que no fue suficiente.



Hace dos días el maldito cáncer se lo llevó para siempre. El hospital Príncipe de Asturias de Alcalá de Henares fue su última morada. Descansa en paz dirán algunos, personalmente diría, muchas gracias Wilfred. No serás un ídolo mundial, pero al menos unas líneas son justas para recordar a un digno futbolista. 

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