domingo, 11 de enero de 2015

Odegaard y la moda juvenil



Escucho su nombre por todos lados y eso despierta mi curiosidad. Nunca lo he visto jugar, aunque cuando hablan que está probándose en el Real Madrid dan una referencia más que interesante. Puede ser adquirido por el Bayern o también por el Manchester City, sin embargo, la realidad demanda que un adolescente de 15 años está generando una gran revolución en las entrañas del balompié europeo.

El marketing sigue haciendo lo suyo. Mientras algunos recién buscan hacerse un espacio en este fútbol globalizado hay otros que por calidad, o por la fama, llegan a consolidarse sin tener que hacer mucho aún. Martín Odegaard es un joven futbolista noruego que a los 13 años disputaba la liga profesional en su país y a los 15 ya era convocado a la selección mayor. Irresponsabilidad, tal vez, porque a la década y media de vida la madurez mental está en pleno desarrollo, y no sabemos cómo reaccionará el joven ante los flashes y entrevistas por doquier de quienes lo consideran el niño prodigio del fútbol europeo.

Que podemos decir de él. Cualidades las tiene, al menos eso dicen. Lo mismo decían de Edwin Congo y de Yoann Gourcuff y la suerte no fue la predestinada. Bueno, dejemos las conjeturas y hablemos de realidades. Si el triunfo se midiera porque cuantas veces sales en las portadas Odegaard sería una estrella rutilante. Es menor de edad aún, y esto genera ciertas dudas, sino pregúntenle al Barcelona o al Chelsea. Por otro lado, su padre, Hans Erik Odegaard ha tenido a bien cuidar su crecimiento, evitándole extrañar ese ambiente familiar que todo joven necesita en su adolescencia.


No va a ganar un balón dividido. Tampoco va a pretender hacer cosas que todavía por su físico le es imposible. Es un zurdo hábil y desequilibrante. Vertical y escurridizo. Ideal para abrirse paso en un bosque de monolíticas piernas.




El niño prodigio del viejo continente y el futuro sucesor de Messi. Así lo catalogan aquellos que hablan de equilibrio al momento de opinar. Y como de opiniones todos sabemos, diré que nadie influye en las creencias de alguien, pero todos conocen la verdad de un mañana. Al menos eso es lo que pensamos. 

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