martes, 17 de noviembre de 2015

Los peruanos estamos entre bailes e ilusiones


Así somos me decía un ex profesor de universidad, y si pues es cierto somos así. En el Perú el desorden se expresa por todos lados. Es una tierra turística e impactante, sin embargo, nuestro crecimiento económico no ha ido a la par con la evolución cultural. El fútbol peruano es sin lugar a dudas un reflejo de su sociedad y personalmente diré que esto es lamentable.
Perú consiguió sus primeros tres puntos frente al combinado paraguayo, es como si ganarles a los guaraníes es algo rutinario cuando se juega en Lima. Hay puntos resaltantes, como que Renato Tapia (Twente) ha demostrado que su crecimiento en el fútbol holandés ha sido tan bueno que ha corroborado que Aníbal Ruiz y Sergio Markarián no se equivocaron con él. Igualmente, que Jefferson Farfán (Al Jazzira) pese a sus líos de faldas y sus mencionadas fiestas sigue siendo determinante para un equipo que no puede presumir que tenga un gran universo futbolístico. Es más, para nadie es un secreto que en otros seleccionados la presencia de Claudio Pizarro (Werder Bremen) estaría muy cuestionada por su presente balompédico.
Las noticias esbozan la vida personal del goleador del equipo y demuelen el mal carácter expresado por Paolo Guerrero (Flamengo) en la liga brasileña. En el arco Gallese ha sido desplazado por Diego Penny (Sporting Cristal), mientras que en la defensa se sigue confiando en los “alemanes” Carlos Zambrano (Eintracht Frankfurt) y Carlos Ascues (Wolfburgo). El triunfo realmente te pone una venda en los ojos o en su defecto te hace desvariar y crees que todo es posible. Ahora viene Brasil y a nadie en mi país se le ocurre pensar en una derrota, ni siquiera a los eruditos de este deporte que todo lo saben y todo lo ven. Primero está el negocio y no se puede decir la verdad sino el pueblo ya no muestra interés. Hoy es tiempo de portadas ganadoras y de totogolazos. De bailes interminables y de suegros que piden y piden porque su hija les da ese derecho. Mi patria es muy singular y el fútbol no está ajeno a ello. Los sábados hay que gozar con un programa insulso o salir a emborracharse en una discoteca tan peligrosa como ruidosa. La gente pelea y no sabe porque lo hace, y en el fútbol se pretende llegar a un Mundial cuando aún no definimos nuestro estilo de juego. Antes decían que teníamos el toque brasilero, después pasamos al estilo yugoslavo, pero volvimos al romanticismo con la escuela colombiana. Más adelante apostamos por un cholo terco y últimamente nos decantamos por un mago rioplatense. Y llegamos al punto donde el dinero no abunda y tuvimos que aceptar que nos dirija un viejo conocido que alguna vez nos anotó en una eliminatoria. 
El fútbol es el reflejo de una sociedad, así lo escuche alguna vez. He demorado más de una hora en llegar a mi destino y el tráfico es tan desordenado que da miedo salir a la ciudad. Políticamente estamos desbarrancados y futbolísticamente confundimos la ilusión con una realidad. Para terminar debo mencionar que he leído un cartel que dice: “No llevamos cultura, fortalecemos la cultura de tu barrio”. Es una lástima, no se han dado cuenta que somos ignorantes. A jugar se ha dicho.

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