miércoles, 27 de enero de 2010

¿Cuándo Brasil cambio?

La pluma ágil delinea las letras que al juntarse dejan su arquetipo y crean no solo una idea, sino un sentimiento; si la falacia y la veracidad coexisten esto solo el autor lo sabe, pero nunca lo dice.

Las escapadas del colegio tienen muchos rostros, las que mas recuerdo son las de mediados de 1994, dentro de otras que no viene al caso relatar.

Dejando de lado los estudios – dirán que mal ejemplo- veía los partidos del Mundial cuyo inicio nos otorgaba una tarjeta roja a Marco Antonio Etcheverry, continuaba con un codazo de Mauro Tassoti y la boca sangrante de Luis Enrique.


Pero a lo hecho pecho. Brasil tuvo su punto de quiebre en este Mundial. Después de una clasificación titubeante, rememoremos, derrota en la Paz contra Bolivia y definición en el Maracaná frente a Uruguay, que se saldo con dos goles del en ese entonces nueva estrella del Barcelona , Romario.

Pero el equipo que consiguió el tetracampeonato se hizo en base de los consagrados y experimentados, dejando de lado el jogo bonito y dando paso al equilibrio.



Claudio Taffarel en el arco, sustituto del inefable Carlos Gallo y predecesor del gran julio Cesar.

En Brasil crecen los mejores laterales; Jorginho (Bayern Múnich) por la derecha y un reconvertido Leonardo (San Pablo) por la izquierda. Si , acertaron, el ahora técnico del Milán, sustituido al ultimo por el “cañonero” Branco.

Aldair y Marció Santos resultaron mejor que los titulares Ricardo Rocha y Ricardo Gómez. El primero icono en la Roma, el segundo desapareció con el paso de los años.


Mauro Silva (Deportivo la Coruña) y Dunga (Stuttgart) eran los ejes. Eliminado la abundancia de creativos Parreira dio prioridad a la recuperación con dos todoterrenos.

Zinho y Mazinho completaban la línea, como para endurecer mas la medular. Y el gol descansaba en los pies de los peligrosísimos Bebeto y Romario , conocidos fuera de las canchas, los mejores amigos dentro de ellas.

Recordar es volver a vivir, la copa en manos canarinhas, la muerte en tierras colombianas y la despedida del desordenado pero brillante Diego Maradona.

Las escapadas valieron la pena, pero la pena brillo por sus ausencia, la juventud y su locura, la locura y su juventud.

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