sábado, 29 de mayo de 2010

Vale un Perú

Desempolvaba unos añejos recortes casi deseando retroceder el tiempo aunque ya entendí que esto es imposible y por si la memoria no lo comprende , la razón lo entiende.

No debería recordar pero la pregunta del millón me obliga hacerlo ¿Quién debe ser el técnico de la selección peruana? Interrogante formulada en un ya lejano Junio del 2002 y que vuelve en el presente a cobrar vigencia.



Mi niñez escribe los nombres de Moisés Barack y de Roberto Challe . Personajes decorativos a sabiendas de las filigranas de Cesar Cueto, la habilidad de Uribe y como olvidar el olfato goleador de un tal Franco Navarro; sin dejar de lado por supuesto los errores del vapuleado Eusebio Acasuzo.

Existía un estilo , una manera de jugar, punto número uno porque si el futbol evoluciono en el mundo, involuciono en el Perú.

Brasil dejo el quinteto de creativos y recurrió a los laboriosos. Gracias a los Sócrates y Gerson, bienvenidos los Mauro Silva y Dunga.



Argentina continúa buscando el clon de Maradona. Ecuador le dio prioridad a la formación atlética, matizándola con las cuotas de genialidad de Aguinaga y la invulnerable localia del Atahualpa de Quito.

¿Cuál será nuestro estilo? ¿Aceptamos nuestra realidad? Somos últimos y postulamos a una clasificación , que tonto o que tontos. Perdonen la sonrisa “no hay peor ciego que el que no quiere ver”.

No quiero rememorar la época de Pepe, mucho menos la de Popovic. La idiosincrasia del europeo no se adapta al latino , nos es así señor Maldini, no es así señor Eriksson.


Oblitas hizo ilusionar, Santiago nos hizo caer pero no reflexionar , y que buscábamos con Maturana juego en corto, pausado , pero no teníamos un Valderrama, mucho menos un Asprilla y por si fuera poco le ganamos a Paraguay y creímos estar en el Mundial.

Se dice que necesitamos un Bielsa, tenemos acaso los extremos que posee el conjunto chileno, ojo que el estratega argentino estudia minuciosamente la materia prima antes de aceptar una propuesta.

Psicológicamente los nuestros soportan el peso del fracaso , el deseo desesperado puede reemplazar la inteligencia obligada, o será tal vez que los triunfadores del exterior son suficiente motivo para soñar; acaso los demás no cuentan también con legionarios.

Basta ya, dejemos todo como siempre en manos de la señora improvisación y de su conyugue el señor desorientado, y sus hijos la ilusión y el sueño corretean sin cesar buscando su hogar el cual como siempre es la derrota.

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