En el laberinto que obstruye mi pensamiento una imagen navega por el sentimiento. Pero lejano o entrelazado la falaz sinceridad , que renuncia, pero no acepta.
Caminando por el sendero infinito, cuyo cielo terrenal se desliza, en este mundo querido e inaceptado, que sonríe pero que también condena.
Abundancia en la miseria, envidia que corroe o invita. Brasil produce y de que manera, lo que escasea en el mundo sobra en el país de la samba ¿Por qué? Desearía saberlo.
Cuna de laterales o de marcadores de punta, empleando la memoria o desempolvando los archivos. De esta forma aparecen un tal Carlos Alberto y su cuarto gol en México 70 – previo pase del desprecio - un Josimar y su cabalgata en campos aztecas y que decir del cañón siniestro de Branco en las tierras del tío Sam
Algunos hablan de Nelinho, otros se decantan por Roberto Carlos – no el cantante – sino el derrotado en Milan y triunfador en Madrid. Y que decís del Cafu del San Pablo y del amado Leonardo del Milan – despreciado por Tab Ramos – sin desterrar por supuesto al legendario Junior del ballet de 1982 y al recordado Jorginho del Bayern Múnich.
Entre copas y recuerdos brotan los nombres, mas actuales pero no menos buenos. André Santos de un Fenerbahce, un multicampeon Maicon y un Lyon llamado Michel Bastos.
Prefiero la retirada antes que el lamento, porque confiar evoca mi prevención y la prevención abala mi decisión.
Muchas gracias.
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