lunes, 18 de abril de 2011

“Se ataco mal o se defendió bien”

Entre García Naranjo - calle paralela a 28 de Julio - y Andahuaylas, resguardado y medroso ante la caravana de fanáticos cuyo aliento se condimenta con acciones al margen de la ley.

Dimes y diretes de protagonistas, favoritismo de unos por los recorridos balompedicos (Universitario de Deportes) y de otros por futuros promisorios (Alianza Lima).

Revoredo, Galván y Galliquio, la muralla visitante. Expeditivos y con el rioplatense padeciendo cuando lo presionaban.



Christian Álvarez sembró la duda. Cuando subió en el segundo capítulo lo hizo bien, no cabalgo antes ¿Porqué no pudo o porqué no se lo permitieron?

Acariciando la raya y sumido en la orfandad, Piero Alva recién se tuteo con el balón a raíz del ingreso de Ismodes.

Como anhelando la suplica del respetable, Pablo Vitti tocaba y se desplazaba hacía los costados, pero allí se averiaba, regocijo para los íntimos.

La picardía, la presión, todo en el papel. Doble raya precediendo al infatigable Ovelar y al egoísta Alexander Sánchez.

Sin extremidades superiores, Prado donde inicio allí permaneció; mientras el embetunado Villamarín sufrió una laguna en la segunda etapa y comenzó a correr.



El clímax de una económica contienda llego. Quinteros se perfila y a media altura intenta con la diestra obtener los 3 puntos. Buena resolución, gran intercepción. En el cuerpo a cuerpo Raúl Fernández es el triunfador.

El paraguayo Edgar en lo suyo, lavando los trastes, y como había 2 Gonzales aquí coincidieron. En esa labor de peón, en esa función de demolición.

Una sombra nublaba el horizonte, el dirigible tal vez, la bruma de la ineficacia a lo mejor. Una nebulosa aciaga como ayer y como hoy.

Que más decir, cómo maquillar un timo, una estafa. Ya con el tiempo agotado pienso: “Se ataco mal o se defendió bien”.

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