jueves, 20 de octubre de 2011

Bebeto "El chorao quejumbroso"

Cerro de Pasco (Perú) a más de 4000 metros sobre el nivel del mar. El frío hace lo suyo, yo intento postear.

Ídolos de américa es la sección que me convoca. Pensaba en Francescoli, barajé el nombre de Ruggeri (tal vez creyendo que más argentinos me leerían) , pero como habrá tiempo para todos, decidí retar al olvido y hacerle justicia a alguien.





Con ustedes: “El chorao quejumbroso” Roberto gama de Oliveira Bebeto.
Contaba con apenas 11 años- iba a decir abriles, de dónde vendrá esto – en una década en que los trofeos continentales se los repartían Uruguay y Argentina, llego el año de 1989 con Brasil como sede de la Copa América y esencialmente, con la presentación en sociedad de los olímpicos de 1988.

Menudo, aparentemente inofensivo. Confundiese con un niño que pretendía ser adulto. Bebeto compartía la ofensiva con Romario, sólo eso, porque ni siquiera se hablaban.

Vertical y escurridizo el entonces ariete del Vasco da gama empezaba a vivir lo que más tarde sería una molestia, la sombra del “bajinho”.





Con la ignorancia futbolística del niño aguardé la llegada de Italia 90. Valdo, Branco, Jorginho, Taffarel, Ricardo Rocha, los “italianos” Alemào y Careca, Muller y el inconfundible Bebeto hacían presagiar , como mínimo,una revalidación de México 86.

La historia cuenta otra cosa. Como que fue bendición y perdición del Deportivo la Coruña, nada comprobado. Como que fue el pilar del tetracampeón mundial. Como que llego a la cima y nadie se dio cuenta.

Aun la memoria pude tallar esos brazos que imaginariamente mecían una criatura. Aun la memoria puede contar lo que los libros no pueden narrar, y que sólo el corazón puede entender.

Gracias señor Bebeto.

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