Un jugador no hace un equipo y una derrota no debe cambiar un rumbo. Ver a Didier Drogba ahogándose en los anales de la caída es una escena que ya había visualizado antes. Es como si los triunfos en las finales estuvieran negadas para el delanterocentro.
Una nueva desilusión para los “elefantes” y una bofetada despiadada para la generación dorada del balompié marfileño. Para nadie es un secreto que la final de la Copa África fue quizá la última posibilidad para Drogba y los suyos de hacer algo importante para su nación. A este grupo debemos añadirle a Kolo Toure (Manchester City), Barry Copa (Lokeren) y Souleyman Bamba (Leicester City) quienes también superan las tres décadas y que cada vez ven más cerca el relevo generacional.
El domingo vimos con detenimiento a los anaranjados pugnar por un resultado positivo en los 90 reglamentarios y cuyo premio mayor se dio a mitad de la segunda etapa, galardón que Drogba despilfarro al cobrar un penal por encima del travesaño, sin antes cargarle la culpa al estado del campo. Subidas constantes de Tiéné (Paris Saint Germain) por la izquierda pero ningún centro decente. Rebeldes cabalgadas de Jean Jacques Gosso (Orduspor) y veloces diagonales de Gervinho (Arsenal) se complementaban magníficamente con el toque ralentizado de Yaya Toure (Manchester City), pero la anarquía de las estrellas podía más que el juego de conjunto.
Didier Ya Konan (Hannover 96) primero, Wilfried Bony (Vitesse) después, los “Elefantes” modificaron pero nada abrió el cerrojo zambiano que solo apostaba a las corridas y resoluciones de Emmanuel Mayuka (Zúrich).
Los penales resolvieron a favor de Zambia y saldaron una cuenta que la vida tenía con los “Chipolololos” , cuenta que seguramente Drogba asumirá y reclamará tarde o temprano porque no fue el primer sino el tercer latigazo que el del Chelsea padeció tras los desbarrancamientos en la Copa UEFA 2005 (Marsella) y la Champions League 2008, deudas que seguramente seguirán en los registros del buen Tito.
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