viernes, 10 de febrero de 2012

Gianfranco Zola o Marazola

A la sombra de alguien pero con la luz de un grande. Nápoles es Maradona y Maradona es Nápoles. Entonces, cómo representar algo cuando las oportunidades son escasas y cuando las miradas te rehúyen.


Menudo, técnico y de rostro caricaturesco. Gianfranco Zola es uno de los pocos casos de crecer - aunque resulta irónico debido a su estatura - al lado del más grande, ser comparado y peor todavía, que los demás esperen que hagas lo mismo o superes al maestro.

“Mediocre el alumno que no sobrepasa a su maestro” Leonardo Da Vinci.


No hablemos de mezquindades ni de discípulos, uno es uno y el otro es otro, al menos en el fútbol no se puede hablar de individualismos cuando su arquetipo es grupal. Maradona puso el listón muy alto para un jugador que había marcado 24 goles en 83 partidos para el modesto Sassari Torres Sardo (su cuna futbolística) cifra interesante para un volante ofensivo. Estos registros avalaron su llegada al conjunto del sur de Italia donde dejó en claro su pensamiento: “De Maradona aprendí todo lo que sabía”.

El escándalo en el San Paolo lo forzaron a dar el salto al Parma (1993), el nuevo poderoso de la península que enlaza la Copa Uefa y la Supercopa Europea, preámbulo ideal para encallar en la Premier League albergue en ese entonces de los jugadores más dúctiles del Calcio, entre los que destacamos a Paolo Di Canio, Roberto Di Matteo y el holandés Rudd Gullit.

Recopa , Supercopa europea, Charity Shield y Copa F.A con el Chelsea, para el pequeño mago que cuando frotaba la barita era capaz de cosas inverosímiles. Tan recordado en el reino que hasta hoy no ha habido jugador de tal clase, distinción y pulcritud en el toque.

El discípulo del depurado manejo jamás se asemejo al maestro, hizo cosas importantes pero tan diferentes, fue un grande y no supo de sombras, será tal vez porque nunca las hubo.

Gracias Gianfranco Zola.

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