Más vale
viejo conocido que
nuevo por conocer. Ya es vox
populi en todo
Brasil y para
esto que mejor aliado
que la prensa. Luis Felipe
Scolari vuelve a
la selección brasileña
con la misión
de conseguir el
hexacampeonato mundial, y borrar
ese deshonroso puesto
catorce que ocupó la canarinha en el inentendible
ranking FIFA.
La Confederación
brasileña de fútbol
intenta imitar lo
sucedido en la
previa al mundial
2002. Darle el cargo
a Felipao y
que este, con un
sistema extraño para
el balompié carioca, es
decir, 3 al fondo (Edmilson, Lucio, Roque Junior), 2
carrileros (Cafú, Roberto
Carlos), un par de
escuderos en la medular (Kleberson y
Gilberto) y un tridente
de fantásticos, y estos
sí eran verdaderos, (Rivaldo, Ronaldinho y Ronaldo) hagan
lo suyo en
el máximo ámbito internacional. Brasil consiguió
el pentacampeonato y
dejó en claro
quién era el
mejor.
La realidad
en este momento
es distinta. Brasil se
halla para comenzar
en la búsqueda de
unas variantes importantes
y vitales. Por ejemplo, los
desniveles de Maicon
(Manchester City) y
las lesiones de
Dani Alves (Barcelona) han
dejado en la
orfandad la franja
derecha del gigante
sudamericano. Luizao (Chelsea),
Thiago Silva (Paris Saint
Germain), y Luisao (Benfica)
solucionan el problema
de la zaga central.
Marcelo (Real Madrid) fracturado y
Adriano (Barcelona) sin minutos
con la azulgrana, instauran las
dudas en una
banda donde por
historia Brasil ha
tenido magníficos jugadores, basta con
recordar a Branco, Leonardo y
Junior.
Oscar (Chelsea), Pato (Milan), Leandro Damiao
(Internacional), Robinho (Milan), Coutinho (Inter de
Milan), Hulk (Porto), Neymar (Santos), Kaká (Real Madrid) y Lucas Moura
(Sao Paulo), son elementos
interesantes que hacen
de la ofensiva
auriverde una potencia
que sin embargo
no tiene ese
Ronaldo del 2002, ese
Romario de 1994
o ese Careca
de 1986. Sin gol, Brasil
ha dejado escapar
la Medalla olímpica y
cedido el campeonato
sudamericano a la histórica
celeste
uruguaya.
Duro trabajo
para un técnico
que sus mejores
tiempos los ha
vivido en los
banquillos seleccionadores. No queremos
recordar etapas inglesas, tampoco los “mano” momentos, hoy
Brasil tiene un
nuevo conductor al
cual los resultados lo
ajustan y el
tiempo lo asfixia.
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