Hay quienes nacen
con el don
y principalmente con
la suerte. Lo recuerdo
con la camiseta
del Real Madrid
siendo en su
momento uno de
los golpes del mercado. Lo recuerdo
fallando un penal
e impidiéndole al
Chelsea conseguir su
primera Champions League. Lo recuerdo
impávido, lo recuerdo parisino, lo
recuerdo londinense, lo recuerdo
imperturbable, lo recuerdo, tan
solo lo recuerdo.
Nicolás Anelka debe
tener un magnifico
empresario. Quién puede negar
la capacidad de un
individuo que ha
finiquitado jugosos traspasos
al Madrid, Paris Saint
Germain, Chelsea, y ahora, a sus
33 años a
la Juventus. Quién puede
negar que el “Puma”,
aislado ya en
el fútbol chino, tendría la
posibilidad de ponerse
la divisa de
otro grande europeo, a
sabiendas que todo hacía suponer
que su deceso
balompédico se realizaría
en las tierras
milenarias.
"Vengo a un gran club con grandes
jugadores. Estoy feliz de estar aquí y de compartir este momento con todos.
Estoy muy orgulloso de vestir esta camiseta".
El atacante
francés sabe que
esta oportunidad le
cayó del cielo, es por
eso que no
duda en mostrarse
humilde y con
la ilusión de
un debutante. Ha dicho
que luchará por
traer la Champions
a Turín, es más, ha
calificado al balompié italiano
como duro y
combativo, no sin antes
mencionar que en
su opinión la
Premier League es el mejor
campeonato europeo.
De Anelka
se puede decir
de todo. Se puede
decir que es
frio, que no le
importa nada y
hasta que se
le paga más
de lo que
juega. Nadie duda de
su capacidad, ni de su voluntad. Nadie duda
de su veracidad, ni
de su compromiso. Nadie duda, es
cierto, pero tampoco nadie confía,
lo cual también es
cierto.
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