Desequilibrante
y corajudo. Pegado a
la izquierda o
en la medular
como en estos
días. El prometedor Ryan
Giggs era una
apuesta de Ferguson
ante la marcha
de Jesper Olsen. Una
apuesta que dejo
de ser un albur para
convertirse en un erudito.
"¡Qué puedo decir sobre Ryan que no haya dicho ya! Es un
maravilloso jugador y una excepcional persona. Es un ejemplo para todos
nosotros". Alcanzó a decir Sir Alex Ferguson.
Debería culminar
estas líneas con
las palabras del
mítico entrenador, sin embargo, me
aventuro a soltar
unas frases de
mi infame creatividad. La gacela
que cabalga sin
tregua por la
izquierda, que supo de
orejonas y que
miró por televisión
un Mundial. Primero la patria
pensó, y decidió no
jugar por Inglaterra
y respetar a su entrañable
Gales.
Perdió la
velocidad por culpa
del tiempo, pero lo
canjeó por la
sapiencia de quien
puede marcar el
rumbo del juego, deteniéndose o
acelerando cuando su
criterio lo demande. Siempre correcto
y profesional, en la suplencia o
saltando desde un
inicio. Ahora ya lo distingue su
rala barba y la mirada
de un debutante
que sabe que
los días no
transcurren cuando uno
ama lo que
hace.
Me extendí
y creo fehacientemente que
no hay nada
más que decir. Hay grandes
que nacieron para
serlo, hay gigantes que
lucharon para lograrlo.
Muchas gracias
Ryan Giggs.
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