La admiración nada
tiene que ver
con la envidia. Siempre se añoran los
triunfos de antaño, eso es inevitable,
como lo
es comparar tiempos
e individuos. Croacia nunca
abandonó las grandes
citas pero dejó
de ser el protagonista de
muchas de estas.
El combinado
a cuadros ha
despertado esas sensaciones
de que los
buenos momentos han
regresado. Asolapado tal vez
por el buen
conducir de los
belgas o por
una cuestión de
gustos. Igor Stimac es
el seleccionador de
este conjunto, ex internacional
y protagonista de
las hazañas doradas. Fiel seguidor
de las lecciones
dictadas por su
antecesor Slaven Bilic, hoy
es el arquitecto, o
mejor dicho, el orquestador
de una sinfonía que enamora los oídos
y
la vista.
Modric y sus
pinceladas madrileñas,
Mandzukic (Foto) y su
gloria con el
Bayern Múnich, Rakitic y
su buen presente
en el Sevilla
y Darío Srna
con sus lanzamientos
infalibles. Todos en los
mejores equipos y todos con
una sola meta. Mención honrosa
para mi contemporáneo
Josip Simunic que
con 34 años
sigue vigente en la
nacional y en
el Dinamo Zagreb.
Corluka en el Lokomotiv de
Moscú, Pletikosa en el
Spartak, y la nueva
joya croata, el incisivo
Mateo Kovacic y
su sagacidad en
el mediocampo del
Inter. A cuadros pero
con clarividencia. A cuadros
pero a la
moda. La selección croata
deja atrás el
tercer lugar en
un mundial para
pensar, con razón, en algo
más grande, al menos
material lo tienen
y de sobra.
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