Él lo
vivió y lo sufrió. Johan Cruyff
como jugador y
técnico fue una
de los escultores
del estilo barcelonista. Jugador que
se adelantó a
su tiempo y que
tuvo la desdicha de
caer cuando el
podio ya tenía
su nombre. Todo señala
que degustar el
fin de ciclo es
un mal
recuerdo que el holandés
prefiere
negar.
“No existe
el fin de ciclo, es
una tontería que
alguien dijo en
su día. Solo es cuestión
de
que la directiva
ha cometido fallos. Estas cosas
pasan. Pero no hay, no
existe un fin
de ciclo”.
Johan Cruyff
Atenas 1994. El Barcelona
maravillaba al mundo
y llegaba a
su segunda final
de Champions en
3 años. Todo indicaba
que los liderados
por Guardiola, Stoichkov y
Koeman iban a
imponer su toque
o tiki taka, como
lo conocen ahora, ante
un conjunto picapedrero
y defensivo como
lo era el
Milan de Fabio
Capello.
Nadie daba
un peso por
los italianos, es más, seguían enamorados
de lo ofrecido
por los hispanos
en los últimos años, pese
a que la caída
en
la final Intercontinental contra
el Sao Paulo
fue contundente y
no ameritaba ningún
tipo de discusión.
Marcador final, Barcelona 0 – Milan 4. El Dream
Team cayó derrotado
y humillado por
un conjunto menos estético
pero
muy práctico. Ya no
se dijo nada
del toque, ni de
la invencibilidad del
cuadro catalán. Tampoco se
halagó al genial
Dejan Savicevic, ni al lítico
Marcel
Desailly. Solo se guardó silencio y
se pensó que
tal vez el
gusto nada tiene
que ver con
la realidad.
Es verdad, el
gusto nada tiene
que ver con
la realidad, ni mucho menos
con la coherencia.
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