Una desgracia
no viene sola, o
mejor dicho, no se
puede escapar de
una realidad. Pobre Benfica, realmente que
lastima. Mientras unos veían
sus aspiraciones morir, el
Porto, casi por la
diosa fortuna, lograba su
tercera liga consecutiva
y de paso
darle la estocada final
a un conjunto
que lo perdió
todo en menos
de 10 días.
Ya sin
Hulk ni Falcao, el
dinero puede más, pero
con James y
su refinado toque, con
Otamendi y su
poca ortodoxa actividad, con Helton
y sus atajadas
que pasan desapercibidas, con Jackson
y sus goles
importantes y con
Moutinho, que jugador este
Moutinho, sosteniendo la medular
portuaria y la
nacional.
El Porto
enlaza un tricampeonato
que no hace
más que continuar
el reinado que
los blanquiazules han
impuesto a nivel
local, no pudieron contra
el Málaga, es cierto, pero
al presentar las
cuentas ante el
sudamericano Benfica los
números les continuaron
favoreciendo.
Los lisboetas
lo perdieron todo
en unos días, los dragones
se aseguraron un
título más en
sus vitrinas. No creo
en maldiciones pero
sí en mezquindades, el Benfica lo
fue en los
60 y lamentablemente esta
cruz la llevaran
por todo su
existencia. La misericordia está
hecha para la
religión pero no
para el fútbol.
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