El fútbol
es injusto a veces pero
cuando se lo
propone es muy justo.
Misericordioso con Robben, piadoso con
Schweinsteiger, y equitativo con
Heynckes. El Bayern Munich
es el nuevo monarca europeo.
Jürgen Klopp
nunca pierde la
sonrisa, es extraño, la derrota
ameritaba unas lágrimas. A
lo mejor la
seguridad en sí
mismo es suficiente
para mantener la
calma y recibir
con hidalguía una
caída. Heynckes siempre sobrio, como intentando no
caer en el desborde
de emociones. Se marcha
siendo campeón y
tapándole la boca a
los que lo
ningunearon tras conocerse
la llegada de
Guardiola. Ahora quién debe
pedir consejos a
quién.
Robben no
cambia, aunque dejo el
cristal por la
coraza. Se resistió abandonar
Madrid para
anclar en Múnich. Desborda con rapidez
pero cada acción
es como intentar
hacer un gol
maradoniano. Que arqueros que
tienen ambos conjuntos
y que volante
es Gündogan. Lewandowski es
un gigante con
pies de bailarina
y Ribery es
un corajudo que
no solo lo
parece sino que
lo es.
El Chelsea
lo sepultó en
su propio campo. El
Barcelona lo sufrió
cuando el h ambre estaba
en su punto
más alto. Hoy no
asistimos a un
partido de fútbol, experimentamos un
consejo de vida. Dicen
que el fútbol
es injusto pero
cuando quiere también
puede ser muy justo.
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