Se me dio
por recordar, será la nostalgia
o simplemente ese
supuesto subconsciente que
juguetea con nuestra
memoria. En otra ocasión lo averiguo.
Hablar de bosnios
es tedioso para
algunos, no son tradicionales, nunca clasificaron
a un Mundial, pero
ojo, y nuevamente lo digo, ojo, hay un presente
que tiene en Edin Dzeko
a su mesías, pero
que tuvo a
un Meho Kodro como
su patriarca.
Si no lo ubican
busquen entre los
fichajes fallidos del
Barcelona. Así como lo
oyen, este desconocido bosnio
fue jugador catalán y
en su momento fue
considerado uno de los mejores
arietes de la recién nacida
liga de las
estrellas. Claro que esto no
lo hizo con la
divisa blaugrana.
Su etapa en
el Camp Nou
fue para el
olvido y por
eso no lo
rememoro. Una condescendencia sin
duda con el
padre de los
actuales bosnios. Huyo de la extinta
Yugoslavia debido al
conflicto bélico, varando su
canoa en Atocha, para
ser más explícito, en
la Real Sociedad.
Hizo lo que
quiso en San Sebastián.
Supero la marca
goleadora de John
Aldridge y empezó a protagonizar
el
debate de quién
era el mejor
delantero de la
liga. Davor Suker fichó
por el Madrid
y Cruyff se
decantó por Kodro. Nueve goles
en 32 partidos
fueron suficientes para
abandonar Catalunya y
buscar refugio en
Tenerife. Más tarde el
patriarca bosnio termino
su carrera religiosamente en el Maccabi
Tel Aviv de
Israel. Cosas del destino
sin duda.
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