Hay ciertas dudas
que a veces
nos invaden. Situaciones que
realmente nos permiten
poner en tela
de juicio nuestra
credibilidad y la
sapiencia que esbozamos cuando se trata
de darle la
derecha a nuestras
decisiones. El Barca presento
a Neymar, una perla más o tal vez
otra víctima de
la afilada guillotina
catalana.
“Todo el campo
es un clamor, somos
la gente azulgrana, no
importa de dónde
vengamos, si del sur
o del norte, eso
sí, estamos de acuerdo, una
bandera nos hermana. Azulgrana al
viento, un grito valiente,
tenemos un nombre, lo
sabe todo el
mundo: Barca! , Barca! , Baaaaaaaaaaarca! ”
La azulgrana en
las graderías le
daba la bienvenida
al segundo mejor
jugador del mundo, así
dicen ahora, pero qué
tan cierto es
lo que la
prensa marketera anuncia. No lo
sé y prefiero
no saberlo. A los hechos
me remito. Chigrinsky,
Ibrahimovic, Song, Fabregas, y antes,
Saviola, Riquelme y Maxi
López. Es la entidad
catalana una erudita
a la hora
de fichar jugadores
o tal vez ese
estilo reconocido por
muchos es una aplanadora para los nuevos
que aterrizan en
sus aeropuertos futboleros.
“Estoy muy emocionado, muchas gracias. Quiero ayudar
al equipo, esto es más que
un club. He venido
a ayudar a
que Leo Messi
siga siendo el mejor del
mundo, es un sueño
jugar a su
lado”.
Tanta verborragia cuando
todo el mundo
sabe que llego
al Barca por
dinero. No soy un
buen analítico, tampoco sé
demasiado de este
maravilloso deporte, pero no
soy un iluso
y cuando las
pruebas señalan algo
no hay nada
que refutar, es más, simplemente hay
que acatar.
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