El título es
más un deseo
que una realidad. Llegar al
Madrid era un
augurio de éxitos
futuros, mentira, estos
cuatro años han
sido un calvario
para un Kaká
cuyo pasado se
tuteaba con el
Balón de Oro, todo
lo contrario a
su presente en
donde tiene que
sacrificar intereses personales
para obtener algunos
minutos.
Es día de
eliminatorias. En el Perú
el ambiente fúnebre no
contagia el interés que
supone saber cuáles
serán los países
que finalmente llegaran
a Brasil 2014. Kaká está
jugando también sus
propias eliminatorias. Estacionado
en
España todo indicaba
que Ancelotti lo
iba a tener
en reposo otra
temporada, pero esta no
es solo una
campaña más, son los meses
que pueden definir
si estarás en
el Mundial o no,
aunque muchos piensan
que el centrocampista brasileño
ya tiene su
futuro marcado.
Ya nadie recuerda
al Kaká milanista. Esa imagen
ya se borró. Ya no
se ha visto
aquellos índices señalando
al cielo y
elevando una ofrenda
al todopoderoso. Ahora todo
se resume en
plegarias para una
resurrección que se ha
iniciado renunciando al
Madrid y volviendo
al hogar que
lo convirtió en el
mejor jugador del
mundo.
Milán es una
ciudad de ópera
y moda. De poder
y de fútbol. Kaká seguramente
no jugará el
mundial, pero lo mínimo
es ponerle las
cosas difíciles a
Felipao y creo
que los aires
milanistas le darán esa posibilidad
al ex jugador
del Sao Paulo. Entre pasarelas
y filarmónicas el
Pelé blanco intentará
hacer lo suyo
y revivir una
faceta que, por ahora, solo
se puede ver
en los videos
de antaño.
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