Como siempre
nada de favoritismos, respeto sí, pero
un candidato fijo
jamás. A menos de
un año del mundial Italia
muestra un rostro
poco convincente. Ya no
será cabeza de
serie y pienso
que eso es lo más
peligroso que pueda
existir.
La Italia de Cesare
Prandelli no hace
más de lo
que puede. Siempre apela
a sus viejas
costumbres, es decir, un
defensa a ultranza
donde Giorgio Chielini, Andrea Barzagli
e Ignazio Abate
son indiscutibles. Ojo con
el central de
la Juventus que
como contra la
República Checa en
Praga puede desempeñarse
como lateral izquierdo, dando muestras
de su escaza
capacidad con el balón
en
los pies.
La medula
espinal del equipo
sigue siendo compartida
por los veteranos
Gianluigi Buffon y
Andrea Pirlo, este último
con mayor oxigeno
debido a la
presencia de Danielle
de Rossi y
Ricardo Montolivo. Completa el mediocampo
un jugador más
incisivo que los antes
mencionados. Claudio
Marchisio es dueño
de la banda
derecha y junto
a las subidas
de Abate son
una invitación para
que toda embestida
ofensiva se genere
por ese sector.
Todo supondría
que Montolivo (Milan)
debería cumplir la
función de un
interior, sin embargo, su radio
de acción se
ubica por detrás
de la pareja
de atacantes. La delantera
se compone de un par
de peculiares individuos. Por un lado está
el díscolo Mario
Balotelli, que a cada
instante se recoge
un poco para recibir
el esférico. Y por
el otro aparece El “Faraón” Stephan
El Shaarawi. Hombre de
rápidos movimientos y
de gran definición.
A poco
menos de un
año del Mundial
poco se puede
decir de Italia. Que empato
con Dinamarca y
con la República
Checa, que basa su
juego en sus
veteranos y que
una locura de
Balotelli puede perjudicar
sus intenciones de
llevar el pentacampeonato a
la península. Todo se
puede decir y
todo se puede
aceptar, pero cuidado que
cuando Italia no es favorito
es cuando termina
robándose la estatuilla.
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